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Domingo 31 de mayo

Sol naciente Esta mañana he dado un largo paseo en bicicleta junto al mar. Apenas he cruzado la ronda litoral y he salido al paseo marítimo, un enorme sol naciente ha llenado mis ojos. Rojo, elevándose sobre el mar. Cautivando las miradas de corredores, viandantes y contemplativos que madrugan para atrapar esta primera hora del día. La hora mágica, la hora milagrosa. La hora en que muere la noche y el mar queda bañado de luz. No hay dos amaneceres iguales; el de hoy era perfecto. Y después, pedaleando y respirando el frescor de la mañana, he comprobado que la gente sigue saliendo. No es la multitud de los primeros días, quizás porque es domingo. Una de las pocas cosas buenas del confinamiento es que, al no haber ocio nocturno, las madrugadas son mucho más tranquilas. Puedo salir un domingo por la mañana sin encontrarme con el triste espectáculo de puñados de humanidad rota por el alcohol y la droga. Qué lástima que para evitar eso tenga que venir una epidemia y un estado de «anor

Sábado 30 de mayo

El desafío de ser feliz En estos meses de confinamiento me ha ocurrido como a muchas personas. Aprovechando que tenía más horas para estar en casa, me he apuntado a varios cursos online. ¡La actividad virtual ha sido intensa! Uno de los talleres online que seguí fue un “desafío” o challenge (esto que está tan de moda) de crecimiento personal. Quizás algunos podéis pensar qué hace una mujer como yo, a mi edad, haciendo ese tipo de cosas. Bueno, la verdad es que, aunque estoy a punto de cumplir cincuenta tacos, siento que todavía tengo mucho por caminar y que, pese a toda la experiencia acumulada que tengo, que no es poca, aún debo aprender algunas cosas. Este seminario, además de enseñarme varios conceptos interesantes, me ha ayudado a recordar qué es prioritario en mi vida y cómo organizarme mejor para dar tiempo a esas prioridades. El último día del desafío, nuestro profesor, coach o animador, nos invita a ¡compartir! No te quedes adentro lo que has aprendido. ¡Contribuye! Así

Miércoles 27 de mayo

Pide tres deseos Hace unos días, escuché por la radio los resultados de una encuesta realizada entre los ciudadanos. ¿Qué tres cosas desean más los habitantes de este país? Por este orden:  1. Ir al bar. 2. Viajar al extranjero. 3. Ir a la playa o de vacaciones. ¡Somos un país de bares! Nunca recuerdo cuántos miles o decenas de miles hay en nuestra geografía, pero lo cierto es que los necesitamos, como agua de mayo. Incluso los que casi nunca los frecuentamos. Este fin de semana abrieron los primeros... ¡Qué alegría ver las primeras terrazas, los parasoles y las mesitas en la calle! Y la gente, tomando su café, leyendo su periódico, una pareja compartiendo unas tapas, unos amigos tomando unas cervezas... ¡Teníamos hambre de bar! Y seguimos teniendo hambre de playa. Aquí en Barcelona he visto a los papás con sus niños, a mediodía, jugando a la orilla del mar sin atreverse más que a mojarse los pies... ¡Cuánta obediencia! No sé si me admira o me asusta. Porque los altavoces siguen pregon

Domingo 24 de mayo

Las primeras flores amarillas Hace unas semanas, las acacias de la vila Olímpica cambiaron sus hojas. Y ahora, tímidamente, los primeros botones de oro caen sobre el asfalto. En una semana, tendremos las arboledas cubiertas de flores amarillas, que irán cayendo, como mansa lluvia, tapizando aceras, parques y jardines. ¡Llega el verano! Ya se huele, en el aire, en el calor que, a mediodía, roza los treinta grados. En las mantas que sobran y en la luz del sol, cada día más madrugador. En el canto de los mirlos, al amanecer, a mediodía, a media tarde y siempre que les apetece. En el coro de pájaros inquietos que me despierta cada mañana. Se acerca el verano… ¡y ya podemos ir a la playa! Distanciados, eso sí. Evitando aglomeraciones, eso sí. Y sólo para tomar un poco el sol y practicar deportes. «No están permitidos los baños recreativos.» ¿Qué es eso? ¿Desde cuándo un baño de mar, un regalo para la salud, está prohibido? Ahora los necesitamos más que nunca… Luego pienso y entiendo

Sábado 23 de mayo

Entramos en la fase 1 Ya podemos salir, sin restricción horaria, pero manteniendo la distancia social y… ¡con mascarilla! Antes era opcional, recomendada en según qué lugares y ante personas de riesgo. Ahora, es obligatoria para todos. ¿Cómo entender esto? Y sí, mucha gente se la pone. En los comercios — cada vez abren más — es forzoso. Pero por la calle hay muchos que no la llevan. Creo que se va a poner de moda una nueva prenda: la mascarilla bajada, arrugada bajo la barbilla, como aquella especie de cuerno de los faraones egipcios. ¿Qué viene la poli? Me la subo. ¿Qué se alejan? Me la bajo. ¿Entro en una tienda? Arriba el embozo. ¿Salgo? Ya puedo respirar. Los aplausos en los balcones han cesado, no sé si ha sido una consigna o ha sido por cansancio, o agotamiento. Quizás alguien se dio cuenta de que era inútil seguir aplaudiendo ante el triste espectáculo de ver cómo un grupo de profesionales, desatendidos y mal equipados, se esfuerzan por cumplir con su deber. ¿No resulta u

Jueves 21 de mayo

Algunas preguntas Después de leer, contrastar, informarme y escuchar las versiones oficiales de los hechos (las que salen en TV, radios, páginas institucionales o prensa impresa), me surgen preguntas… Preguntas de no fácil respuesta, aunque nuestros gobernantes y la OMS ya hayan establecido su propio “catecismo” para que estemos seguros y no nos sintamos tentados a preguntar más. Preguntas … Aquí van unas cuantas. ¿Existen los virus de laboratorio? ¿Existen los virus patentados? ¿Es el Covid-19 un virus de la naturaleza, como afirman los medios oficiales, o un producto de la ingeniería biológica, como afirman otros reputados científicos, como Luc Montagnier, premio Nobel descubridor del VIH? ¿Por qué gobernantes de todo el mundo insisten desde hace años en que vamos a vivir grandes pandemias que afectarán a nuestra forma de vivir? (Véase Obama en 2014) ¿Por qué todas las últimas grandes epidemias de virus peligrosos han surgido en China o países de Oriente? ¿Por qué se ha

Lunes 18 de mayo

Me indigna Me indigna que los sanitarios tengan que ir a trabajar en condiciones lamentables, y nosotros aplaudamos como si fuera un espectáculo. Me indigna que hayamos celebrado el confinamiento con canciones y carteles de colores, mientras miles de personas vivían la muerte de un ser querido en soledad. Me indigna que nuestro gobierno diga que quiere proteger nuestras vidas, cuando miente descaradamente inventándose estudios y estadísticas, y ni siquiera se digna a pedir disculpas cuando se comprueba el engaño. Me indigna que nos obliguen a llevar mascarilla, cuando las “reglamentarias” filtran partículas de hasta 300 micras y el dichoso virus mide 50.   Me indigna que nos hagan comprar geles hidroalcohólicos cuando cualquier médico sensato te dirá que lo mejor es el agua y el jabón de toda la vida. Me indigna que obliguen a papás y niños a caminar separados por la calle, “distancia social”, cuando en casa comparten mesa, sofá, alfombra… y, las parejas, la cama. Me indi