Miércoles 27 de mayo

Pide tres deseos


Hace unos días, escuché por la radio los resultados de una encuesta realizada entre los ciudadanos. ¿Qué tres cosas desean más los habitantes de este país? Por este orden: 

1. Ir al bar.
2. Viajar al extranjero.
3. Ir a la playa o de vacaciones.

¡Somos un país de bares! Nunca recuerdo cuántos miles o decenas de miles hay en nuestra geografía, pero lo cierto es que los necesitamos, como agua de mayo. Incluso los que casi nunca los frecuentamos. Este fin de semana abrieron los primeros... ¡Qué alegría ver las primeras terrazas, los parasoles y las mesitas en la calle! Y la gente, tomando su café, leyendo su periódico, una pareja compartiendo unas tapas, unos amigos tomando unas cervezas...

¡Teníamos hambre de bar!

Y seguimos teniendo hambre de playa. Aquí en Barcelona he visto a los papás con sus niños, a mediodía, jugando a la orilla del mar sin atreverse más que a mojarse los pies... ¡Cuánta obediencia! No sé si me admira o me asusta.

Porque los altavoces siguen pregonando que no se pueden tomar baños recreativos. Y, aunque nuestro presidente anuncia que ya podemos ir haciendo las maletas para irnos de vacaciones, nadie sabe de cierto si podremos viajar a alguna parte o tendremos que quedarnos en casa, llenando la bañera de agua fresquita y abriendo una sombrilla en el balcón.

Por cierto, los chiringuitos de la playa también han abierto. Islas de vida en medio de una gran extensión de arena, casi desierta... El mar, estos días, luce de un azul increíble, se ve transparente como una piscina y nos invita (nos provoca, como dicen los latinos). 

Pensándolo un poco, me da lástima que los tres grandes deseos que los ciudadanos pedirían a un genio sean de tan poco vuelo... ¿Sólo eso? Bar, viajes, playa... ¿Sólo eso? Luego lo pienso mejor, y me digo que un bar es más que un bar, un viaje es más que unas horas de distancia en avión, y una playa es... ¡pura vida! 

Y pienso que muchas pequeñas cosas no son tan frívolas como parecen. Eso lo hemos aprendido en esta cuarentena. Espero que también hayamos aprendido a desear, y a valorar, esas otras cosas que no son pequeñas, pero que quizás antes, en la "vieja normalidad", teníamos olvidadas.


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