Sábado 6 de junio
Crisis provocadas
Hace diez años, cuando vine a vivir a Barcelona, recuerdo que tuve una conversación con un
señor, procedente del mundo de la bolsa y las inversiones. Este hombre tenía
mucha información sobre geopolítica y los movimientos internacionales. No me
refiero a los sucesos que vemos en los medios, sino a todo el movimiento
económico y financiero que hay detrás de guerras, modas, crisis y revoluciones.
Esa trama salta fronteras y gobiernos, y mueve los hilos de lo que, después, se
convierte en noticia.
Conversando con él, hablamos de la reciente crisis
financiera y del futuro. Me dijo que la crisis se alargaría y vendrían otras,
aún peores. Y que nosotros, como oenegé, haríamos bien en centrarnos en la
pobreza y en proyectos humanitarios, tipo comedores sociales, porque sería
necesario. Yo le pregunté por qué interesaba provocar tantas crisis, que luego generaban
pobreza y malestar. Y, en algunos países, muertes. Sonriendo, me dijo: Eso te
preocupa a ti. A ellos, no. La idea es que en este planeta sobra
gente, me dijo. Antes solían provocar guerras para reducir la población, y aún
siguen haciéndolo, en África y en ciertos países. Pero ahora van a usar otras tácticas,
más «civilizadas».
¿Qué harán?, pregunté yo. Seguirán provocando conflictos. Y
después soltarán virus por todo el mundo, respondió él.
En estas últimas semanas, he recordado muchas veces esta
conversación. Lo peor es que, cuanta más información me llega, y más datos
tengo sobre esta crisis, la del coronavirus, más se confirma todo lo que me
explicó aquel señor.
Me estremezco, pero la siguiente pregunta es: ¿qué podemos
hacer, los ciudadanos de a pie? Miles, millones de nosotros, no somos
conscientes de esto ni sabemos que estamos siendo manipulados y engañados, como
ovejitas llevadas al matadero. Se nos dice que alguien vela por nosotros —el gobierno, la Unión Europea,
la OMS…— pero, ¿es eso cierto?
Ser consciente de todo esto es un paso, pero nos puede llevar al pesimismo y a la desesperanza. El siguiente paso es ver qué podemos hacer, y de qué manera podemos mejorar nuestra vida y la vida de quienes nos rodean. Cada cual a su medida. Como decía Gandalf, en ese párrafo memorable de El señor de los anillos, «No nos toca a nosotros dominar las mareas del mundo, sino hacer lo que esté en nuestras manos para mejorar los tiempos en los que vivimos, erradicando el mal de los campos que conocemos, para que los que vengan después puedan encontrar tierra limpia en ellos». La victoria no está en las armas, sino en la esperanza y en el trabajo consciente y constante, hecho con amor e incansable coraje, cada día.
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