Miércoles 13 de mayo

El mundo después del coronavirus


Ayer leí varias opiniones de conocidos intelectuales sobre una cuestión candente: ¿cómo será el mundo después del coronavirus?

Me llamó la atención lo que decía Yuval Noah Harari, el historiador israelí autor de Sapiens (De animales a dioses).  Este autor me llama la atención porque da una de cal y otra de arena; es decir, por un lado parece repetir con otras palabras la propaganda gubernamental a la que estamos acostumbrados, pero, por otro, dice cosas que suenan innovadoras y desafiantes. Según Harari, el mundo en los próximos años se debate entre cuatro tendencias. De lo que decidan los gobiernos emergerá un mundo muy diferente.

Veámoslas. En cuanto a la libertad y el poder, hay dos tendencias:

1.   Ir hacia el estado vigilante y totalitario.

2.   Dar poder y libertad a la ciudadanía.

En cuanto a la cooperación, también hay dos tendencias:

1.   El aislamiento y el nacionalismo.

2.   La solidaridad global.

Voy a hacer un experimento mental. Veamos qué ocurre si combinamos estas cuatro opciones.

Opción 1: poca libertad + aislamiento. Tendremos un estado que vigila a sus ciudadanos, les da poco margen de libertad y es fuertemente nacionalista.

Opción 2: mucha libertad + nacionalismo. Tendremos un estado con una ciudadanía fuerte y empoderada, celoso de su soberanía y preocupado por sus intereses, pero reticente a cooperar en las grandes movidas internacionales.

Opción 3: poca libertad ciudadana, solidaridad global. Un estado vigilante y autoritario ciudadanos sumisos, en línea con las potencias internacionales y cooperativo con ellas.

Opción 4: mucha libertad, ciudadanos empoderados y cooperación con otras naciones y políticas internacionales.

¿Hacia dónde irán nuestros gobernantes? Ya vemos que los partidos nacionalistas tienden a la opción 1. Los ciudadanos deben acatar lo que decida el gobierno sí o sí, y van a potenciar al máximo la diferenciación y la identidad nacional. Podríamos decir que es una opción totalitaria, propia de regímenes no democráticos.

La opción 2 sería la que defienden los llamados partidos «populistas», de corte liberal pero fuertemente defensores de la soberanía nacional ante el resto de países del mundo. Son los que defienden una «patria fuerte».

La opción 3 es la que siguen la mayoría de partidos «progresistas» de occidente. Globalismo, solidaridad y valores cooperativos, pero una ciudadanía vigilada y obediente, gracias a una eficiente propaganda.

La opción 4: una ciudadanía libre y empoderada en un estado abierto a la cooperación internacional. Tan ideal, que parece casi imposible. Quizás se dé en países como Suiza o los estados escandinavos… Aunque en estos países, donde se vive tan bien, el globalismo tiene sus límites, porque también tienen muy clara su autonomía y su soberanía nacional.

Ojalá nuestros gobernantes optaran por la cuarta vía: libertad ciudadana, cooperación internacional. Pero me temo que no va a ser así, y que terminaremos cayendo en la tercera.

Ahora voy a ser malpensada. La tercera opción, que es a la que creo que nos vamos acercando peligrosamente si no estamos ya de entrada no parece tan negativa. Finalmente, todos queremos ser solidarios, entendemos que tenemos que hermanarnos con todos los países, acoger al inmigrante y fundirnos en una cultura mestiza y global. Tenemos que estar integrados en la UE, en la ONU, en la OTAN, en línea con la OMS… Poned todas las siglas que se os ocurran. Y todo por nuestra seguridad y nuestro bienestar. Pero esto, ¿será realmente así? ¿Realmente estas instituciones internacionales velan por el bienestar de cientos de países variopintos, con su propia historia y su carácter? ¿O velan por «sus» propios intereses, que quizás no son tan benévolos? Cuando se habla de un gobierno global, ¿realmente beneficiará a todos, o sólo a unos cuantos? ¿Quién maneja los hilos?

La libertad ciudadana, en esta opción, va a ser claramente sacrificada en aras a la seguridad. Lo hemos visto durante estos días de cuarentena: confinamiento, por vuestro bien. Estado de alarma, que se ha convertido en un estado de sitio camuflado, con vigilancia policial. Y se prevén nuevas medidas de control a través de móviles y otros dispositivos. Todo por nuestra salud… ¡Seamos responsables! Lo han hecho tan bien, que nos hemos sometido voluntaria y alegremente. La opción tres, poca libertad, mucha solidaridad global, es una dictadura blanda o encubierta. Vamos a ser felices ovejas sumisas, cuidadas y protegidas… Pero todos sabemos cuál es el fin de las ovejas de un rebaño, y a dónde van a parar todas, tarde o temprano.

De estos cuatro factores: libertad o control, globalismo o nacionalismo, pienso que tres son relativos. Puede haber más o menos control, más o menos nacionalismo o globalismo. Habría que dosificarlos muy bien. Pero hay un factor, a mi ver, que es innegociable, si queremos una sociedad sana y creativa: la libertad. Lo demás puede darse en mayor o menor medida, pero la libertad es sagrada. Si no se respeta la libertad individual, todo lo demás caerá, y acabaremos en un estado totalitario e inhumano. Por encima de todo, estoy convencida de que necesitamos defender la libertad.

Porque sólo una persona libre es responsable. Y una persona responsable es capaz de ser solidaria, cuidar y amar a los demás. Sin libertad, nada será posible: ni la justicia, ni la solidaridad, ni la fraternidad universal a la que muchos aspiramos. La base, siempre, es la libertad.

¡Que no se nos olvide!

Comentarios

  1. Yo me siento controlada, vigilada...como una dictadura. Soy adulta, responsable y no hare nada que dañe ni a los míos ni a nadie por lo que exijo podamos salir y hacer el día a día. No podemos vivir encerrados por si .... sabemos hacer las cosas bien.

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    1. Hola. Pues hay momentos en que siento algo parecido... ¡Te comprendo muy bien! Gracias por tu lectura y comentario.

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  2. Interesante experimento, más aún si ponemos nombres y apellidos e intentáramos colocar los países en esa matriz. Solo en Europa, ¿dónde colocaríamos a los Países Bajos, a Grecia, a Noruega, Alemania o Francia? ¿Y si habláramos de la misma Israel? Porque repasando mentalmente la distribución que has hecho, el resultado teórico me sale una cosa y la práctica parece empujarnos en otra dirección...

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    1. ¡Hola! Creo que todos tenemos nombres y apellidos en la mente, pero si empezamos a clasificar, dejando a un lado los clichés y remitiéndonos a los hechos, a lo mejor nos llevamos sorpresas... ¡Gracias por tu visita!

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