Martes 12 de mayo

¡Ahora sí!


Ayer tarde me encontré con ¡tres personas amigas! Mayores, paseando con familiares o vecinas. Qué alegría verlas, aunque fuera tras una mascarilla. Qué alegría comprobar que siguen sanas, con deseos de salir, de reencontrarse.

Ahora sí. Ahora sí estamos luchando contra el virus, la pandemia y la enfermedad. Ahora sí estamos venciendo.

Saliendo de casa, y no quedándonos confinados en el sofá. Tomando el sol, y no metidos en un piso. Respirando aire puro o no tan puro, aire libre, aire del parque, o del paseo, o del mar. Encontrándonos con otros seres humanos. Caminando a la luz del día, y no alimentando un sedentarismo insano a la luz de las pantallas. Moviéndonos por la ciudad, y no estabulados entre cuatro paredes. Hablando y mirándonos a los ojos, y no recluidos en soledad.

Aire, sol, movimiento, relación. Esto es lo que nos cura, lo que refuerza nuestro sistema inmune, lo que nos mantiene vivos y con ganas de vivir. Esta es la mejor medicina para un virus contra el que no hay vacuna, porque todavía no se conoce bien, y si algún día la diseñan quizás ya no sea efectiva porque el virus habrá mutado, o no será necesaria, porque los que sobrevivimos a la pandemia ya estaremos inmunizados.

¿Hemos “doblegado” la curva de la epidemia quedándonos en casa? ¿O ha sido el curso natural de la enfermedad? Algunos expertos señalan que los niños, que no enferman, son la vacuna natural para todos, porque ellos se inmunizan y nos hacen inmunes al resto. ¿Por eso hacía falta aislarlos, privarlos del colegio, de la calle, de los abuelos y de sus amigos?

Se sabe, también, que más del setenta por ciento de los fallecidos son ancianos. Recluidos en casas o en residencias. Ellos ya vivían confinados… ¿Qué los ha matado, en verdad? Quizás nunca lo sabremos. Quizás la verdad sea demasiado dura como para ponerla en palabras.

No lo sé. Quizás me equivoco. Pero algo adentro me dice que apenas sabemos nada, o muy poco, de lo que realmente ha ocurrido. Teníamos que quedarnos en casa, para protegernos… o para no enterarnos. Anestesiados por noticias, canciones, aplausos, eslóganes optimistas y mucho, mucho Internet. Muchos, también, adormecidos por la sobrealimentación, el tabaco, la bebida y... la droga distribuida a domicilio.

Es igual. La vida se abre camino. Y lo veo, cada vez que salgo a la calle o paseo junto al mar. Aún estamos vivos. Y ahora, sí, estamos venciendo. No al virus, sino a la muerte lenta que nos quiere sumisos, ignorantes, dormidos y silenciosos. No. Queremos vivir despiertos. Queremos crecer. Queremos vernos y tocarnos. Queremos reavivar nuestros amores y amistades. Queremos mirarnos a los ojos y escuchar nuestra voz, sin aparatos de por medio. Queremos pisar la tierra y bañarnos en el mar. Esa es nuestra victoria.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Urgencias

Jueves 4 de junio

Viernes 20 de marzo