Lunes 1 de junio
Terrazas
Los bares han abierto sus puertas y, como en el interior no
se permite que se agolpe la gente, ¡las mesas han invadido las aceras! Cuánta
vida, de pronto, ha llenado nuestras aceras. Cuántas conversaciones bajo los
parasoles, cuántos reencuentros de amigos y de compañeros, de estudios, de
trabajo, o vecinos.
Las terrazas florecen. Leí en un periódico que las
solicitudes de licencias para ocupar el espacio público han aumentado. ¡Somos
un país mediterráneo! La vida social, en la calle, es imprescindible.
Nunca he sido amiga de bares. Pero hubo una época en que los
frecuenté, cuando salía con mi grupo de amigos, siendo jovencita. Comprendo muy
bien lo que significa encontrarse para nada en concreto, simplemente para vernos
las caras, para hablar de cualquier cosa, para pasar un rato juntos. El
escenario para estos encuentros siempre es fuera
de casa. Alrededor de una mesa. Al aire libre, si el tiempo lo permite. El
bar es mucho más que un establecimiento de bebidas y máquinas. Es más que la
sala para ver fútbol los fines de semana. Es más que una terraza agradable
donde se sirven tapas. Es el lugar del encuentro, de la amistad, de la alegría compartida y multiplicada, de
las penas que son menos, cuando se cuentan.
Se acabó la distancia social. En las terrazas, estos días, he visto poquísimas, por no decir ninguna, mascarillas. Porque, según las normas, te puedes quitar la mascarilla para comer y beber… No sé si reírme. Quizás faltaría añadir: también te la puedes quitar para respirar.
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