Viernes 24 de abril

Niños en la calle


Lo han anunciado. A partir de este fin de semana, los niños podrán salir, acompañados por sus padres, a hacer la compra o a pasear al perro. Hoy he visto dos papás y una madre joven con sus hijos por la calle. Dios mío, ¡cuánto se les echaba de menos! Los niños caminaban, seriecitos y de la mano, sin alejarse mucho, sin carreras y sin risas. Deben de haberse acostumbrado al encierro. O están muy bien educados.

Al jardín de mi bloque todavía no salen. Cuando oigo risas o gritos infantiles me asomo a la ventana… Pero no, todavía no han bajado a jugar. Deben de estar en algún balcón. Nunca pensé que echaría tanto de menos el bullicio de los niños en el parque.

A ellos no les afecta el virus. Pueden ser portadores, o no. Pero su sistema inmune los defiende y no muestran síntomas. Me pregunto en cuántos hogares con chiquillos debe haberse filtrado el virus, y cuántas familias estarán ya inmunizadas, gracias a los pequeños. Los niños quizás sean la mejor vacuna… Del virus, y de muchas otras cosas. Vale, sí. Son absorbentes, son inquietos, son inoportunos, son rebeldes y agotadores… Son geniales y son pura vida «incontrolada». ¡Los necesitamos tanto!

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