Sábado 11 de abril
Palabras sabias
Ayer escuché unas sabias palabras. Decían que toda cruz,
toda crisis, podemos mirarla de dos maneras: por atrás y por delante. Podemos
mirarla desde atrás buscando sus causas, o de frente viendo sus consecuencias y
resultados.
¡Y cómo cambian las cosas, si se miran por delante! Si
miramos por atrás, nos perderemos. Para explicar la pandemia del coronavirus han
surgido toda clase de explicaciones y teorías. ¿Virus natural o virus de laboratorio?
¿Accidente o provocación? ¿Desastre imprevisto o crisis orquestada, para
remover los cimientos de la sociedad y promover el nuevo orden mundial?
Sea cual sea el motivo, tampoco nos servirá de mucho
saberlo. En cambio, si miramos la crisis de otro modo, veremos que una de sus
consecuencias ha sido despertar una solidaridad global, que no entiende de
fronteras ni nacionalidades. Todos nos hemos hermanado, de algún modo. Todos
hemos salido de nuestra zona de confort, de nuestro frenesí anestesiante, y
hemos valorado más que nunca las cosas —y
las personas— importantes en nuestra vida. Aquí
no hay partidismos ni enemigos —salvo
en las absurdas arenas políticas—.
No hay países contra países, sino
una única humanidad que quiere vivir, y quiere salir adelante.
Es cierto que estamos pagando un precio alto; es cierto que hay
gobiernos que están aprovechando el caos
para implantar vete a saber qué reformas, que no nos traerán más libertad ni más
bienestar. Pero también es cierto que esta crisis ha logrado sacar lo mejor de
muchos, y seguirá haciéndolo.
¡Cuánto necesitamos que alguien nos haga ver la realidad en
profundidad, con perspectiva y con sosiego! Porque la angustia, el pánico y la
confusión están siempre en la superficie, en el oleaje; pero el fondo está
sereno, y las aguas son transparentes, y se puede ver. Entonces vemos que el
mal no impera, ni vence, aunque lo parezca. Que hay algo más fuerte, y que ese
algo está dentro de cada uno de nosotros, si queremos descubrirlo.
Benditas sabias palabras.
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