Miércoles 15 de abril
Mi decálogo para el confinamiento
Hace días que, cuando hablo por teléfono, chateo o “e-maileo”
con personas amigas, acabamos hablando de la epidemia. Y siempre surge una
pregunta intrigante: ¿Por qué a unas personas apenas las afecta, y no les da síntomas,
a otras sí y otras se mueren? ¿Es normal esto? ¿No será que la gente se muere
de otras cosas, y que el virus, la mayoría de las veces, no hace más que acabar
de dar el golpe final?
No voy a ponerme a especular, pero la conclusión lógica, y
lo que sostienen muchos médicos sensatos, es que todo depende del estado de
salud de la persona. Físico y anímico. En un cuerpo sano con un buen sistema
inmune los virus poco pueden hacer. Una persona enferma, débil, aquejada de
otras dolencias, multimedicada y, además, asustada, es fácil víctima del
agresor.
Así que, aparte de todas las medidas preventivas e higiénicas,
está claro que lo mejor que podemos hacer es ¡reforzar nuestra salud y nuestro
sistema inmune! ¿Cómo? De aquí y de allá rescato estos consejos (hoy mi post es
más práctico).
1.
Toma el sol, todo lo que puedas y como puedas.
2.
Bebe agua, unos 8 vasos al día.
3.
Haz ejercicio. No hay excusas: tu casa puede ser
tu gimnasio. Puedes oír tu música preferida y bailar. Puedes hacer yoga o
estiramientos. Puedes hacer bicicleta, con o sin aparato, tumbada en la
alfombra. Hacer pesas con botellas de lo que sea. Hacer flexiones y abdominales
hasta con el sofá. ¡Lo que sea! Pero muévete y suda, al menos una vez al día.
4.
Dúchate (no te bañes) con agua fría. El agua
corriente energiza el cuerpo, y si es fría estimula el sistema nervioso e
inmune.
5.
Come sano. Tip práctico: compra sólo lo que
encuentres en la sección de frutas y verduras, la carnicería y la pescadería
del súper. Y mucho más vegetal que carne. En resumen, lo que podrías encontrar
en la naturaleza (plantas y bichos). Olvídate de cajas, latas, cartones y
envases. Fuera panes, dulces, bollería y procesados. Comer así te desintoxicará
y seguro que no ganas sobrepeso durante el encierro.
6.
Si vives
en familia, aprovecha para querer más a tus seres queridos. Jugad, haced cosas
juntos, sed creativos. No toca otro remedio, pero no lo vivas como una condena,
sino como una magnífica oportunidad para convivir y madurar.
7.
Si vives sola, llama cada día al menos a un
familiar o persona amiga. No vale WhatsApp, ni correo (aunque los utilices): es
mucho mejor oír la voz en directo.
8.
Si puedes, apúntate a alguna iniciativa para
ayudar a tus vecinos o a una asociación local. Eso te hará más feliz y cambiará
totalmente tu perspectiva del confinamiento.
9.
Si eres
creyente, dedica un tiempo fijo cada día, un rato tranquilo, a rezar y a
conectar con Dios, con paz y confianza. Si no lo eres, dedica ese tiempo a
meditar, a escuchar música o a respirar hondo.
10.
Y, por último, a menos que sigas trabajando y no
puedas, dedica cada día al menos media hora (o una hora) a hacer algo que te
encante. ¡Desentierra tus hobbies y pasiones! Tienes una oportunidad para desplegar
tus talentos creativos y disfrutar un poco más del tiempo que se te da.
Y ahora alguien me dirá: pero tú, ¿haces todo esto?
Lo intento. Algunos días me estreso y me sobrecargo de
trabajo virtual (típico en mí). Pero muchos días lo consigo, o casi-lo-consigo.
Hace tiempo que aprendí a vivir de otra manera, y este confinamiento no hace más
que invitarme a reforzar mis buenos hábitos. Sólo me falta poder salir…
¡salir de casa! Y poder ver a los que quiero cada a cara, y darles un abrazo de
verdad.
Comentarios
Publicar un comentario