Martes 14 de abril

Dos patos en el jardín


Tras un día lluvioso (otro lunes con agua), hoy luce un sol increíble. ¡Cuánto agradecemos el sol, estos días de encierro! Creo que vamos a ser más amantes del sol que nunca, buscando esas horas, largas o escasas, en que su luz entra por nuestras ventanas y balcones. ¡Hambre de sol!

Nos estamos haciendo agradecidos. No sólo por las mil pequeñas cosas que todavía tenemos que celebrar, por los mil pequeños placeres de los que aún podemos disfrutar, o por las personas a las que antes quizás no prestábamos tanta atención, o de las que estábamos aburridos, y que ahora se han vuelto tan preciosas… Estamos agradecidos porque vivimos un día más. Porque la vida sigue. Porque floreció un geranio en el balcón o porque un par de patos se pasean por el jardín… Sí, ayer vi a dos nuevos inquilinos en el jardín interior de mi manzana. Un pato y una pata, paseando bajo la lluvia y picoteando la hierba crecida. Me pregunto si han venido para quedarse o simplemente hicieron una parada en su vuelo. ¿Qué les dirán los mirlos, las picazas o los gorriones? ¿Los recibirán bien las dos gaviotas que se enseñorean de la piscina, cuando nadie las ve? Aunque, este año, la piscina está vacía, y quién sabe cuándo la llenarán. Las gaviotas se han quedado sin su baño y los patos, si es que se quedan, sin su estanque.

Pero hoy el aire huele a verano. He oído por la radio que, según un estudio científico, se ha comprobado que el coronavirus retrocede con la subida de la temperatura. Así que, como tantos otros, el calor acabará con él. Volveremos a salir, volveremos al mar, volveremos a tostarnos en la arena. ¡Bendito sol! 

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