Domingo 5 de abril
Campanas y una vela
Oigo las campanas de Santa María del Mar. Antes, sólo podía escucharlas los domingos por la mañana, temprano, antes de que la ciudad despertara. Ahora, las escucho a cualquier hora del día, basta que preste atención. Se oyen lejanas, pausadas, profundas. Tocan los cuartos, como los relojes antiguos. Me da paz oírlas. La ciudad duerme las veinticuatro horas del día… O quizás esté más despierta que nunca. Pero callada.
No recuerdo qué ingeniero o arquitecto soñaba con las
ciudades del futuro. Modernas, bien diseñadas, sin motores de combustión. Todas
las energías, renovables. Serán ciudades, decía, donde se oirá cantar a los pájaros.
Bien, el futuro ya está aquí. Las energías no son renovables, todavía. El
diseño urbanístico en muchos lugares aún deja que desear. Aún faltan más
parques, más verde, más árboles Pero ha bastado el toque de queda para
silenciar los motores. El trinar de los mirlos, el graznido de las cotorras y
el cucurrucú de las palomas se adueña de las calles y plazas.
Hoy es domingo de ramos. A mediodía me acerco a la iglesia y
contemplo el patio desierto, desde la verja. Un patio que otros años, en un día
como hoy, estaría atestado de gente vestida de fiesta y niños agitando palmas.
Los creyentes celebran sus pequeñas ceremonias en casa. Una vela, una Biblia,
una palmita del año pasado, colgada en el balcón. Una oración en familia, por
los vivos y por los difuntos. Por los sanos y los enfermos. Por todos. Que Dios
bendiga este mundo silencioso que se recluye por miedo a la muerte. Es
primavera, el cielo luce clarísimo con un sol radiante, y la vida estalla por
todas partes. ¡Cuánta belleza!
Al atardecer, enciendo una vela. Por los que se fueron, por
los que se irán. Aunque ellos ya están bañados por la luz eterna. Las velas, en
el fondo, son para los que se quedan. Nos sentimos mejor así. Despiertan la
memoria, apaciguan el alma. Y ponen una mota de claridad en medio de la tiniebla
que cae. Pequeñas velas. Palabras mudas y luminosas. Oraciones sin palabras.
Deseos de bien. Sed luz.
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