Lunes 30 de marzo

Calma y confianza



Lluvia. Es el tercer lunes consecutivo que empezamos la semana con agua y frío. Como si el cielo nos invitara a seguir quedándonos en casa. Recluidos, guarecidos, a salvo. Cuando llueve, en casa se está mejor.

Llueve y la primavera ha dado un salto atrás. En los montes nieva. La feria de Barcelona se ha convertido en albergue para los indigentes. El ejército ha montado hospitales de campaña en el recinto ferial de Madrid.

La ola de la gripe sigue extendiéndose. Pero la gran ola, que durará mucho más que la gripe, será la crisis económica que se ha iniciado. Recibo varios videos colgados en la Red. En Italia, hace tres años, la RAI emitió en un programa magazine un reportaje sobre un coronavirus diseñado por un laboratorio chino, a fin de diseñar fármacos para dolencias pulmonares. No era el primero. El virus se probó en animales, pero también podía infectar a humanos. El presentador se cuestionaba acerca de la seguridad de tales experimentos… ¿Casualidad? ¿Se escapó el virus de los platitos de Petri por accidente? ¿O fue liberado a posta?

Otros hablan de la crisis económica provocada. ¿Con qué fin? ¿Es otro episodio más de la guerra entre el Dragón oriental y el orgulloso Occidente? China se recupera de la epidemia, ha comprado grandes industrias cuyos valores cayeron en bolsa gracias al virus y ahora se lucra vendiendo mascarillas y equipo sanitario a todo el mundo.

¿Qué sabemos y qué no sabemos los ciudadanos de a pie? Releo los profetas bíblicos, expertos en crisis de toda índole y en salir al paso de situaciones desesperadas, y me quedo con dos palabras: calma y confianza. Calma, porque no se puede tener mejor actitud en medio de la tormenta, ¿qué otra cosa cabe hacer, cuando ya se ha hecho todo lo que se podía? Y confianza. ¿En quién? No en los gobiernos, ni en las grandes medidas que, dicen, se van a adoptar para paliar la crisis. No en las políticas ni en el dinero. No en las palabras vacuas de los demagogos profesionales que nos gobiernan. Confianza en esa fuerza maravillosa e invisible que todos albergamos dentro. Confianza en lo que se esconde en eso que llaman alma humana. Confianza en la vida, que siempre se abre camino. Confianza en el otro, en la pareja, en el amigo, en el hijo o en el hermano. Y sí: confianza en el gran Otro, el Amigo Invisible que, como decía Gandhi, cuando todos los demás fallan, se queda contigo. En casa, en la calle desierta o en la cama solitaria de un hospital. También allí.

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