Lunes 16 de marzo

Tele...


Llueve. El encierro se nos hará menos penoso. Sólo se puede salir a comprar comida y a la farmacia. Así que voy al supermercado y a la farmacia, a ver si tienen mascarillas que no tienen y a comprar algo de comer. Los aparadores de fruta y verduras están casi intactos y puedo elegir. El papel higiénico está agotado y las neveras de los embutidos están vacías. Las cajeras llevan guante y mascarilla, y a la puerta un vigilante nos hace entrar de uno en uno, tras hacer una cola deslavazada, con espacios de más de un metro entre uno y otro. En la calle nos esquivamos como apestados. Pero, en los pisos, las familias conviven más estrechamente que nunca. Oigo a mis vecinos bromear, discutir, reír y ver películas, una tras otra. Por Internet corren los consejos de cómo sobrevivir sin salir de casa. Mi buzón de e-mail está saturado de avisos y ofertas. Si no puedes ir al comercio, ¡compra on line!

Tele-trabajo. Tele-tienda. Tele-conferencia. Tele-vida. «Tele», esta es la otra palabra mágica de estos días. Todo casi todo se puede hacer telemáticamente. Menos comer. Menos cuidar a los enfermos. Menos… Me pregunto cuántos emoticones serán necesarios para sustituir un abrazo real.

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