25 de marzo
Volveremos a juntarnos...
Corre por la Red una bellísima canción,
que rezuma ternura, dolor y esperanza. En medio de la guerra asoma una luz; las
flores brotan en las ruinas. También en las guerras víricas, donde los héroes combaten
con mono, bata blanca y mascarilla, y no con casco y ametralladora. ¿Escudo? No
hay otro que la distancia, ese muro transparente que nos aleja y nos protege.
Aislamiento seguro, perforado por miradas anhelantes que piden un beso no dado,
un abrazo de carne y hueso, mezcla de alientos que no sean venenosos, sino sorbos
de vida.
Volveremos a juntarnos… Y a brindar, y a tomar café juntos,
y a reír y a cantar, sin miedo a que la voz lleve la muerte en el aire que nos
separa.
En Madrid, una pista de hielo se ha convertido en tanatorio.
Los hoteles se transforman en hospitales; un convento de monjas, en taller de
mascarillas; una terraza, en insólito escenario de orquesta; una industria de automóviles,
en fábrica de respiradores.
«El ser humano me fascina, porque es capaz de hacer las
mejores cosas en los peores momentos»... ¿quién lo dijo? ¡Cuán cierto!
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